‘Amantes’ de Vicente Aranda: cine erótico navideño

Hace un par de años os invitábamos a descubrir la Navidad que hay en la película ‘Showgirls’. Y en las presentes fiestas queremos recomendar  otro filme erótico navideño ver en estas fiestas ‘Amantes’ (1991), película dirigida por Vicente Aranda y basado en un hecho real, el conocido como crimen de la Canal. Una cinta llena de árboles de Navidad, villancicos, belenes y ordinarieces.

Mira, te voy a contar la película entera, así que si no quieres comerte spóilers léete este artículo sobre el disco de villancicos de Parchís.

La acción comienza el día de la Inmaculada Concepción en el Madrid de los años 50. Paco (Jorge Sanz) es un joven pueblerino que acaba de finalizar la mili, y que sale con Trini (Maribel Verdú), otra pueblerina que trabaja como sirvienta en la casa del comandante de Paco. Son unos novios muy castos, de darse besitos en la cara y ya, porque ella se niega a hacer “porquerías”. Trini no se deja tocar las tetas, ni le toca la zambomba a Paco al ritmo del chiquirritín metidito entre pajas, ni nada.

Paco necesita una habitación para vivir y da a parar al piso de Luisa (Victoria Abril), una viuda que alquila un dormitorio. Ya en la primera escena Luisa aparece con espumillón en el cuello, para demostrarnos que ‘Amantes’ es una película realmente navideña y mucho navideña.

Un día, Paco olvida las llaves y se queda dormido delante de la casa esperando que aparezca Luisa. La mujer lo despierta de manera erótica y sensual, que diría Davinia, soplándole en la oreja. Cuando pasan lo invita primero a una copa, y luego a su dormitorio, donde tienen sexo desenfrenado.

Es aquí cuando sucede la eróticamente navideña escena en la que Victoria Abril le mete a Jorge Sanz un pañuelo por el culo delante de un árbol de Navidad (lo juro), pañuelo que le saca justo en el momento en el que alcanza el orgasmo. Oye, que según la Quo es algo muy placentero, pero a mí es que eso de usar el culo como sombrero de un mago del que comienzan a salir pañuelos y pañuelos se me hace raro.

Paco está jodiendo a pierna suelta con Luisa, tanto que incluso deja de visitar a Trini, que se preocupa. La señora de Trini le dice que no se preocupe, que como es un hombre joven y guapo es normal que esté perdido, pero que ya aparecerá. Todo un consuelo berlanga.

Lo que Trini no sospecha es que Paco se ha pillado mucho por Luisa, tanto que hasta se comienzan a liar mientras ella lleva una bandeja de la charcutería en la mano, que igual a él le pone eso. Y comienzan a decirse cosas tipo “júrame que no me vas a dejar” y promesas intensas del estilo.

Luisa, que es perra vieja, se gana la vida además de alquilando habitaciones estafando, timando y otras labores, y embauca a Paco en una estafa para la venta de un estanco. Y para celebrar el dinero que han pillado, vuelven a acostarse y ella le chupa la oreja como si fuese un sello de correos, porque se ve que el mundo estanco le excita. Luisa además demuestra ser una auténtica showgirl, que es capaz de cantar mientras le comen el chumi, y en concreto lo hace con este hit:

“La Infanta Doña Eulalia se perfuma el coño con una dalia, 

la Infanta Doña Isabel se lo perfuma con un clavel.

Caramba con las infantas,

vaya uso que hacen de las plantas”

Y llega la Nochebuena, y Paco decide ir a casa del comandante a visitar a Trini, que llevaba sin saber de él ya más de la cuenta. Como están solos, ella le prepara la cena y le cuenta que está ahorrando para montar negocios en el futuro, una mercería para ella y un bar para él, todo muy idílico. Paco, que está ya todo el día cachondo, le mete la lengua y le dice que por qué no prueban la cama del militar, pero ella, que es casta y pura, le dice que está loco y que se acabó la nochebuena.

Paco vuelve a casa de Luisa, porque él quiere campanas de Belén. Ella está borracha y sola, enfadada porque está pillada de un chulito, y le dice que si le va a coger las tetas que se lave antes las manos. El muchacho le cuenta que él nunca lo ha hecho con su novia ella se tranquiliza un poco, porque no puede ponerse tan celosa.

Un día después (o dos, las elipsis temporales son relativas) Paco va con Trini a ver Cortilandia o algo así y se encuentran con Luisa por la calle mientras suena la Marimorena, y él se pone nervioso, la trata de usted y hace las oportunas presentaciones. Luisa, muy larga, le dice que hay confianza para tratarle de usted, y Trini, aunque es muy monja, se cosca de todo. Paco huele a leña de otro hogar.

Luego en casa, Paco tiene drama con Luisa, que dice que Trini es una fregona, y sale del armario como bruja satánica amenazando con “rezarle al demonio para que se le seque el coño y no se la puedas meter el día en que esa marmota se te abra de piernas”. Aunque su conjuro no le sale bien, porque Trini decide empuetecerse.

Por consejo de su señora, que le dice que se haga la idea de que los hombres son todos infieles, va a ver a Paco maquillada como una puerta, se quita las bragas y le enseña el gato. Y claro, Paco aprovecha para comer caliente, porque tonto no es.

Luisa sigue metida en negocios turbios, y un tío le dice que le debe 15.000 pesetas de las de entonces. Una cifra que debe ser un pastizal, porque a Paco le cobraba 60 pesetas a la semana por la habitación con desayuno. Y encima le amenazan con ponerle la cara «como una almendra garrapiñada» si no paga, y que estará tan fea que solo la querrán en el circo, literalmente.

Y para colmo, Trini está aprendiendo a ser mala a lo Nomi Malone, y no contenta con entregar su virgo se queda esperando en las escaleras a que aparezca Luisa, en plan “pa puta tú, puta yo”. Y claro, eso enfada a Luisa, que llega a casa y tira un melón contra el suelo de la rabia, y le espeta a Paco la cita célebre de “ya tienes lo que querías, dos coños, uno para los pares y otro para los nones”, y se declara esa noche en huelga de sexo.

Trini sigue jugando sus cartas para amarrar a su hombre y se lo lleva a su pueblo para pasar la Nochevieja, y se lo presenta a su madre, y para que puedan dormir juntos le dicen que se han casado. La madre de Trini se alegra pese a no haber sido invitada a la boda, porque está impedida. Resulta que su marido la engañaba y de la impotencia se tiró delante de un coche y se quedó hecha fosfatina. Paco se asusta y le pregunta si ella haría lo mismo, y ella le tranquiliza, diciéndole que en todo caso le echaría matarratas en la comida. Una relación nada tóxica.

Cupido ha disparado fuerte a Paco, que está más seco que el ojo de un tuerto con Trini y no quiere ni tocarla. Ella sufre como Geno, y se come las uvas llorando, y dice que es tonta, loca y desgraciada. Y Paco pone cara de Cepeda, sin saber qué responder.

Cuando regresa a casa, Paco descubre que a Luisa le han metido un puñetazo por la deuda, y él le dice que Trini tiene dinero y que se lo pedirá para que no le peguen más. Se ponen manos a la jodienda y entonces ella trama un plan: que le saque el dinero y que la asesine. Que no pasa nada, que ella ya mató a su marido antaño y que allí está, tan pichi.

Comienza el principio del fin. Paco le dice a Trini que van a montar un negocio en Aranda de Duero, y allí que se van, ella con un cuadro de la Inmaculada debajo del sobaco. Lo que la exvirginal Trini desconoce que en el mismo tren a Krakovia en busca de su hijo que está enfermo va Luisa, dispuesta a sacarle las higadillas a la fregona.

Y así sucede: Paco roba 30.000 pesetas a Trini y se las da a Luisa, que vuelve a decirle que la mate. Y Paco le cuenta a Trini que está enganchado con la otra, y que la ha estafado, y ella, desesperada, se intenta ofender a sí misma con una navaja de barbero, pero al final no pasa nada.

Trini está hecha estiércol, sabe que su hombre quiere a otra, y que encima le han desplumado sus ahorros. Le dice que ya no sabe qué hacer para que él sienta compasión, que si se tiene que cortar las tetas y partirse las piernas para darle pena, y al final le pide que la mate. Ella se descalza y él la yugula y la deja tirada en un banco mientras suena la Marimorena. Qué mala persona, eso no se le hace a una novia a la que has sido infiel y a la que le has robado todo, y encima en Navidad.

Al final, Paco y Luisa se reencuentran en la estación de tren y parece que es el principio de una bonita historia de amor. Si no fuese porque un cartelón nos dice que tres días después fueron detenidos. Fin.