En los años 60, Italia creó un subgénero cinatográfico llamado giallo, amarillo. Una forma de entender el thriller y el suspense con unos códigos propios que se escribían película a película. Tenía señas de identidad como unos colores muy saturados, tramas ambientadas en el mundo del arte o de la moda, ciertas dosis de lesbianismo y/o represión sexual, y un asesino misterioso cuya identidad solo conoceremos al final, y del que habitualmente solo vemos los guantes.
Este fenómeno salpicó a nuestro país, que colaboró en varias coproducciones. Por ejemplo, se puede mencionar ‘Joven de buena familia sospechosa de asesinato’, con Pilar Velázquez, la madrastra de Silvia (Lucía Jiménez) en ‘Al salir de clase’. Y también tuvimos giallos made in Spain, que adaptaban/copiaban sin pudor la forma de entender el suspense y el terror fuera, como por ejemplo, la película que a continuación desgranaré: ‘Los ojos azules de la muñeca rota’, escrita por Paul Naschy y dirigida por Carlos Aured en 1973.
Si empezamos a ver la película sin saber su argumento podemos pensar que se trata de una comedia de la época. Donde Dario Argento (maestro del giallo) usa a Goblin o Ennio Morricone, Carlos Aured usó una música que parecía un descarte de ‘Sor Citroen’ y que rompe cualquer halo de misterio o de intriga.
La historia nos presenta a Gilles (interpretado por el propio Paul Naschy), que llega a un pueblo del norte de Francia dispuesto a buscar trabajo. Así termina sirviendo en una casa muy particular, en la que viven tres hermanas: Claude, que tiene una mano ortopédica, Yvette que es paralítica y Nicole que está más caliente que el palo de un churrero.
Así nos vemos envueltos en una particular historia en la que Gilles se quita de vez en cuando la camisa para enseñar su musculatura y su pecho peludo cada vez que puede. Por la casa se deja caer un médico, el doctor Phillipe, que sigue de cerca la enfermedad (que nunca se nos aclara) que sufre Yvette. Por allí también merodea un antiguo trabajador de las tres hermanas, que por la cara agrede a Gilles una tarde.
Un día se nos informa que la enfermera del doctor ha muerto, y hacia la mitad del metraje ya vemos por primera vez un asesinato. El asesino mata a mujeres rubias, y una vez ha acabado con ellas, les coloca unos ojos azules. La trama va avanzando a trompicones, con alguna muerta más.
Las sospechas caen en Gilles, que al final termina huyendo con una de las hermanas, y en estas que el médico descubre que es un expresidiario que ha adoptado una nueva identidad. Eso obliga al buen hombre a huir con su amada Claude, aunque finalmente es derribado a balas por parte de la policía. Pero no paran ahí los asesinatos. Las hermanas acaban hartas las unas de las otras y también se pelean hasta matar, pero ahí que se descubre que hay algún asesino más merodeando la zona.
Finalmente descubriremos que el asesino de rubias es el propio doctor, que perdió a una hija, rubia de ojos azules, durante una operación, a la cual conserva disecada y a la que busca unos ojos azules que duren para siempre.
A pesar de que intenta beber del giallo, ‘Los ojos azules de la muñeca rota’ dista mucho de otros títulos de este subgénero, y la música dabadaba no favorece nada los climas de tensión. Paul Naschy, que es un auténtico semental en la cinta, aseguraba que se inspiró en un caso real para escribir el guion, un médico madrileño que disecó a su hija y le puso ojos de cristal.
Hay que destacar que en el reparto nos encontramos a la imprescindible Eva León como Nicole, la hermana más fresca. Para los Sufridores en Casa, Eva León es recordada por ser hermana de diva infantil Rosa León, y porque era la vecina sexy de Emilio Aragón en ‘Médico de familia’ en la primera temporada. También tiene un pequeño papel Pilar Bardem como camarera, el imprescindible Luis Ciges y la malograda Sandra Mozarowsky, aquella actriz del destape que presuntamente se suicidó y a la que se relacionaba sentimentalmente con cierto emérito.
‘Los ojos azules de la muñeca rota’ es una película fallida en muchos aspectos, no llega a cuajar como terror, ni como thriller, ni como película erótica (porque mira que ligaba el bueno de Paul Naschy, que hasta comía tetas). Y tiene momentos desagradables e innecesarios, como la gratuita matanza a un cerdo, y que nada aporta a la trama. Pero tiene mucho encanto, y hasta pesadillas y tramas con hipnosis. Un encanto que hace, por ejemplo, que en la escena final veamos en un reflejo a todo el equipo de cámaras justo en el clímax en el que el médico va a los pies del cadáver de su hija.
Por cierto, si os da por buscar la película, en la actualidad está descatalogada en España, pero hay ediciones alemanas muy chulas en Blu-Ray.