‘El arte de morir’, la película que fusionó ‘Al salir de clase’ y ‘El sexto sentido’

En marzo de 2000, un joven (que por aquella edad ni siquiera llegaba a ser Mike Mediatarde) pagó su entrada para ver en los cines del Eroski de Málaga ‘El arte de morir’. No le apuntaron con una pistola para hacerlo, ni nada parecido, ya que aquella cinta tenía todo el atractivo del mundo para los adolescentes de finales de los noventa: actores de ‘Al salir de clase’ y asesinatos en la línea (a priori) de ‘Scream’. Pero dieciséis años después poca gente, o ninguna reivindica esta película. ¿Qué pudo pasar?

Atención: este post contiene trazas de spoilers. Si tienes previsto ver la película no sigas leyendo. Si la viste en su día y quieres recordar lo maravillosa que es ¡adelante!

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Elsa Pataki interpretando Antoñita Mari, que de mano en mano va

En ‘El arte de morir’, dirigida por Álvaro Fernández de Armero, nos encontramos un guión que bebe hasta casi el plagio de ‘El sexto sentido’ y de ‘Sé lo que hicisteis el último verano’, y hasta un regusto a obras del suspense ibérico del momento como ‘Tesis’, con los amigos que buscan a un colega desaparecido dejando testimonio en vídeo de ello mismo.

Al grano. Un grupo de colegas se reúnen después de cuatro años para hablar de aquello que hicieron el último verano en el que estuvieron juntos, cuando gastaron una de esas bromas pesadas en la que matas a un conocido “sin querer queriendo” y luego finges que ese día no iba contigo y que qué putada que no se haya vuelto a saber más de él. Nada, hasta que un señor yonqui aparece con su DNI y se reabre la investigación. “La hemos cagado, tú, ahora se enterarán de todo”. “Jopelines, deberíamos decir la verdad”. “Yo no pienso ir a la cárcel por un accidente”. Y así.

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Ponte el cinturón, protege su vida, su seguridad es muy importante

De los personajes sabemos poquito, pero lo suficiente para adorarlos. Clara (María Esteve) es una educadora infantil que tiene el esgrima por afición y es novia del sin sangre de Iván (Fele Martínez), al que planea dejar pero no sabe cómo; Carlos (Adriá Collado) es el camarero de un bar muy moderno del estilo la taberna de Moe cuando Formico se la decora con pantallas y lámparas molonas; Ramón (Sergio Peris Mencheta) pese a ser un hombre heterosexual y un tanto matón de discoteca es el que mejor pelo tiene de toda la pandilla; y de Patricia es que ni siquiera llegamos a saber a qué se dedica o qué le gusta, pero como la actriz que la interpreta es Lucía Jiménez se lo perdonamos todo. Y luego está la maravillosa Candela, encarnada por Elsa Pataki, una gogó que se va a trabajar a la discoteca con el perro, para aprovechar el camino entre casa y la discoteca para pasear a su amado can, aunque esto al final le pueda provocar algún disgusto.

Total, que estos seis quedan para decir que qué van a hacer, porque como la policía se dé cuenta de que mataron a Nacho (Gustavo Salmerón, un artista que en realidad detestaba a la pandilla y que hizo una exposición llamada “El arte de morir” que da título a la peli, y que contenía obras relacionadas con las futuras muertes) se les cae el pelo; y ya hemos dicho que para Ramón su pelo es más importante casi que comer. Así pues deciden ir a la casa en la que pasó todo, una vieja finca abandonada en la que descansan los restos de Nacho; un chalet casi derruido que aún conserva una caldera que sin venir a cuento estalla cuando están llevando a cabo la operación saco de huesos, y se lía parda. En pleno bullicio, y tras lograr escapar, Iván cree ver a Nacho. ¿Ha vuelto su examigo para vengarse desde el más allá?

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Unos se quedan hechos carbón y otros solo se hacen un rasguño

Desde aquel día empiezan a pasar cosas extrañas. Primero poca cosa, objetos que desaparecen por la cara, pero más tarde la cosa se pone fea, cuando poco a poco la pandilla cada vez se va haciendo más y más chica, pues empiezan a caer como moscas. La primera en caer es Candela, a quien la devoran unos perros un día al salir de la discoteca, dejando un bonito y maquillado cadáver.


Más tarde, a Carlos lo vemos decir “basta” y entendemos que algo le ha pasado y que se muere; a Patricia la vemos conducir y morir ahogada por su propio cinturón de seguridad, y Ramón fallece “toriteado”, entendiendo esto como que un torito de una obra le ha embestido y tirado desde un quinto piso. Un drama. ¿Son muertes casuales, o es Nacho, que se está vengando de sus asesinos? ¿Se reencarnó Nacho en perros y en televisión de pantalla plana para ejecutar su vendeta? ¿Por qué hay llamadas telefónicas en las que suena una voz, y luego el presunto autor dice que él no ha llamado a nadie? Ay, madre, qué intriga.

Iván no puede más, y tiene que confesar al padre de Nacho lo que pasó aquella noche, en el clásico flashback que dura un huevo. Como Nacho era un coñazo quisieron tirarlo a una piscina metido en un saco de dormir, y se ahogó, el muy inútil, si todo el mundo puede escaparse de ahí. Y en este flashback es cuando María Esteve nos regala su momento de mayor esplendor, cuando presa de los nervios grita “azezinoooo”.

Y luego están las apariciones, pues el difunto artista se aparecerá a Iván para explicarle toda la verdad: todos están muertos, como Bruce Willis, y están viviendo de sus recuerdos. Y entonces el espectador dice “ah, claro, como en ‘El sexto sentido’, ahora encaja”. Pero luego se le vuelve a aparecer para decirle que no, que le ha engañado, y que en realidad están todos en coma desde el día del incendio, y ahora el espectador ya no sabe de qué carajo va la peli y por qué no acaba ya.

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Podría parecer que la peli es gore, pero este plano dura solo unos segundos

Y entonces sin venir a cuento va el personaje de Clara (María Esteve) se cae en una piscina de hielo que hay en su gimnasio y es rescatada por Iván, que ha llegado ahí por la cara (¿sería una referencia a la piscina de ‘Poltergeist III’ o yo estoy viendo guiños al cine de terror donde no lo hay?) y en la siguiente escena la muchacha se despierta en un hospital. Ahí se entera que lo que ha vivido en las últimas semanas, como la muerte de su amiga gogó o su intento de asesinato por parte de alguien vestido de jugador de esgrima simplemente no ha pasado más que en su cabecita de loca.

Sencillamente, Clara está encamada desde la noche antes, cuando pasó lo del incendio del principio de la película, y todos sus amigos han muerto menos Iván, que está a punto de caramelo, con la piel más quemada que el cenicero de un bingo.

La película acaba con un agente de policía preguntando a Clara que qué coño pasó, y ella abre la boca dispuesta a contarlo todo, y la imagen se congela y empiezan los títulos de crédito. Un final abierto, en el que unos pensamos que Clara va y canta toda la verdad, otros que la muchacha mentirá como una bellaca y se saldrá de rositas, y otros que en realidad María Esteve dijo a continuación “qué mierda de final es este” y por eso cortaron justo cuando empieza a hablar. Quién sabe.

Porque vemos que Elsa Pataki es una mujer muy velluda y que está rebozada en pelitos rubios cuando está bailando en la discoteca (vuelve a ver el vídeo de antes). Porque María Esteve lo da todo en su interpretación, con tanta intensidad como Elisabeth Berkley en ‘Showgirls’ y porque debimos hacer de ella una scream queen cañí. Porque el director emplea “cortinilla de fuego” para unir unas escenas con otras en lugar de tradicionales fundidos.

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Hubiese molado más de transición una cortinilla de estrella

Porque todos los actores hicieron más películas de cine de terror de gran, media y baja calidad (‘Serpientes en el avión’, una secuela de ‘Resident Evil’, ‘El refugio del mal’, ‘Para entrar a vivir’…). Por esos diálogos manidos tipo “¿tengo que recordarte cómo acabamos la otra vez” o “¿qué estamos haciendo, qué estamos haciendo?”. Porque pertenece al subgénero “gente que va a sitios abandonados y sorprendentemente les pasa una tragedia”. Porque Nacho no vende ni un cuadro en toda la película pero tiene pasta como para vivir en un chalet más grande que un Toys R Us. Porque no hay que gastar bromas a gente que te cae mal y menos en casas en mitad de la nada. Porque deberían homenajearla en ‘Versión Española’, y por muchas razones revisita en tu próximo cineforum con amigos y cerveza ‘El arte de morir’. Diversión asegurada.

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El arte de morir, un éxito en países de habla francesa

Redactor freelance. Licenciado en Comunicación Audiovisual y Máster en Publicidad y Márketing.

4 thoughts on “‘El arte de morir’, la película que fusionó ‘Al salir de clase’ y ‘El sexto sentido’

  1. Fué mítico el preestreno que hicieron de la película en el salón de actos de la facultad de CC.Información de la Complutense. En el debate posterior le pusieron a caldo, y el pobre Álvaro pidió literalmente perdón a los asistentes por la película jajajajaja

  2. Me he reído muchísimo con la critica.
    Yo fui a verla solo por Fele Martínez.
    A mi es que estas películas me dan hasta ternura xD
    Porque era lo que estaba de moda y pues ahí se estaba intentando.

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