Cada año por Navidad salen al mercado decenas de nuevas muñecos y muñecas intentando hacerse un hueco en los corazones de los niños y niñas de la infancia. Muñecos que se peen, cagan y eructan. Muñecos que imitan a otras muñecas más caras. Muñecas que cambian de novio. Y un largo etcétera.
A inicio de los 90, la casa juguetera Mattel decidió crear una muñeca muy total. Como meter en una coctelera una Nancy, una papelería, el inspector gadget y Cindy Lauper. Y el resultado fue Sally Secrets, cuyo secreto podría ser turbio, una narcomuñeca que sirviese a las pequeñas de la casa para guardar droga.
Sally, rubia y con falda de tutú, tenía escondido a lo largo de su cuerpo mogollón de piececitas, con las que podías hacer cosas tan totales como poner sellitos, pegar pegatinas… Y ya. En el anuncio la mostraban como una muñeca biónica capaz de hacer mil cosas, pero era mentira, y ponían lo mismo dos veces para que llegue a durar los 20 segundos de rigor.
Al final del spot, que tenía una canción muy pegadiza («al levantar su bracito un adhesivo saldrá, con sus zapatitos te sorprenderás, Sally Secrets, con Sally Secrets te divertirás, Secretitos encontrarás, Sally Secrets»), aparecía el padre de la dueña de Sally, que abraza la muñeca y se hace la despistada, ocultando sus secretos, como si en vez de sellos la muñeca guardase droga. ¿Esnifarían el pegamento de las pegatinas?
Fuera de España hubo Sally Secrets de otras razas, y también otras colegas de Sally hechas de piezas de manualidades, como Penny Secrets, que podría guardar droga en su lazo. Al menos a esa conclusión llego yo después de ver el comercial.¿O qué clase de polvos guarda Penny en su tocado, para hacer tanta ilusión a las niñas?
La muñeca no tuvo mucha acogida. Quizá porque caló mucho el mensaje de Punky Brewster: a las drogas Solo Di No.