‘Poniponchi’, cine trash(vesti) de autor

Hace unos meses, mi amigo Suso me regaló el dvd de la película ‘Poniponchi: una chica cuasi perfecta’, dirigida y escrita por Iván G. Anderson. Prometía a todas luces ser una película bastante trash, en parte por el elenco –el desconocido Álvaro de la Torre junto a secundarias como Nacha la Macha, Josele Román o Malena– y en parte por la calidad de las fotografías que venían en la contraportada del mismo.

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Mientras tanto miro la vida pasar

Advertencia: Parafraseando las advertencias que dicen en Teenage Thunder, te comento que este artículo está lleno de spóilers, pero como posiblemente no vas a ver la película, te va a dar lo mismo. Pero si piensas comprarla en Amazon para disfrutarla en casa ¡no sigas leyendo!

La historia comienza con Patricio, un hombre que trabaja en el banco en su pueblo al que conocemos travestido de chacha mientras le lame los pies al alcalde del pueblo. Inicio insuperable, sin duda. Pero por un aciago placer del destino, la madre de Patricio y la mujer del primer edil los descubren en pleno meneíto, por lo que Patricio se ve obligado a hacer las maletas y huir a Madrid antes de que los pueblerinos la linchen, no sin antes despedirse de otro amigo travestí y de una amiga que a veces parece lesbiana y otros un chico transexual –según corresponda en el diálogo–.

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La precuela de Carmen Machi en ‘La concejala antropófaga’

Patricio, ahora Pati, comenzará una nueva vida en Madrid, aunque como cambia tanto de aspecto y se refiere a sí misma de un modo peculiar no sabemos si es un señor rollizo y con la boca un poco hecha un nicho al que le gusta travestirse, si una señora transgénero que está cómoda con su físico y solo quiere adoptar una apariencia femenina, o una mujer transexual en sus primeros pasos hacia el tránsito social. De hecho, hay un momento sin explicación en el que vuelve a vivir como un varón. Pero así la historia tiene más intríngulis, digo yo.

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Señoras a las que apedrean en el pueblo

Total, que Pati es más desgraciada que Mario Postigo el de la canción de Mecano, y nada más llegar a Madrid una falsa monja malvada –Malena Gracia– le roba todo su equipaje, y en plena desolación conoce a Jovi (Óscar Abad), un chico que es scort, chulo putas, estafador y cualquier otro oficio relacionado con el mal vivir, del que se enamora y al que se irá encontrando poco a poco en diferentes lugares. Aunque Jovi no la quiere como mujer, la quiere solo como una víctima a la que sacarle los cuartos, fingiendo que se muere y que necesita dinero para medicamentos si hace falta.

Pati se traslada a vivir con Corinna (Ana Vega), una chica trans, y con Feli, una travestí primeriza, interpretada por Nacha la Macha, a quien vemos más metida en el personaje pero vestida de chico que propiamente montada con su peluca y sus tacones. Aquí vemos un ejemplo.

Mítica la primera escena en la que aparece Feli, con Nacha portando una peluca tipo época bajo la cual se ve su pelo verdadero, y eso que la escena está grabada en un baño y con un filtro nocturno verde, que te quiero verde, lo que podría disimular las carencias. Y es que las pelucas son muy totales en esta película, sobre todo para Pati –más tarde conocida artísticamente como Poniponchi, aunque casi no se mencione este nombre– que lo mismo aparece con una a lo Rocío Jurado de los chinos que con una tipo Alaska, cuando Alaska tenía el pelo colorado con mechones rubios.

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Nacha la Macha, de espaldas y con la peluca mal puesta, años más tarde iría a Sálvame para pelearse con Yurena

Cual ‘¿Qué fue de Baby Jane?’ en versión transformista, Feli y Pati se llevan pronto como el perro y el gato, y Feli intenta a toda costa fastidiar a su compañera de piso, que pronto se gana un puesto como primera travesti del local, mientras ella es mero relleno; un poco a lo ‘Showgirls’, pero sin hielo en los pezones y eso. La rivalidad llegará a su punto álgido cuando Feli secuestre a Jovi (quien se había acabado convirtiendo en mánager de Pati), lo cual desemboca en una pelea maravillosa digna de verse, y en la que resulta muerta Malena Gracia, que reapareció poco antes en la trama y sin venir a cuento para decir una frasecita, morirse y que las travestis depositen sus cenizas bajo el ángel caído del Retiro madrileño.

Mas ahí no acaba la cosa; pocos minutos después, la muerte sobrevuela de nuevo el guión, cuando en otra pelea relacionada con todo lo anterior Pati acabe muerta de un tiro, y con su amado despertándose en mitad de la noche para ir a buscarla.

El final de la cinta es sencillamente delicioso, con Poniponchi literalmente resucitando para reencontrarse con Jovi, quien le dice, después de haberla engañado con toda mujer que se hubiese cruzado en su camino, que ella es su auténtico amor y se funden en un beso en mitad de un parque. Beso más falsos que los votos de Azerbaiyán en Eurovisión 2013, pero se entiende le mensaje.

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Poca lengua veo yo ahí

A ‘Poniponchi, una chica cuasi perfesta’ le podemos hacer críticas sobre su fotografía (planos y contraplanos grabados con distinta iluminación, sin mencionar cuando la imagen está oscura o quemada), sobre su sonido (algunos personajes están doblados y encima mal, con un sonido que parece registrado por el grabador de sonidos de Windows) o sobre su guión directamente, más largo que un día sin pan (¡dos horas dura la película!) o los personajes y tramas que no aportan nada (¿el papel de la vecina se escribió solo para poder meter a Josele Román haciendo el chorra por ahí por ser amiga?). Incluso podríamos hablar de los títulos de crédito y de la caja del DVD, lleno de faltas de ortografía (nombres con minúscula, ausencia de tildes, comas puestas al tuntún…) Pero jamás podrá decirse que es una película pretenciosa; hay películas que de sus defectos hacen sus virtudes, y ‘Poniponchi’ hace de sus defectos no su virtud sino más bien su sello.

El filme de Iván G. Anderson no intentan disimular en que todo está hecho con un presupuesto que daba para tres barras de pan y choped para dar de comer al equipo en los descansos; de hecho, a veces se quiere transportar al espectador a un mundo en el que Pati, Poniponchi, triunfa como travestí en los mejores clubs como si de Las Vegas se tratase (se convierte en una estrella que hasta la prensa la sigue) aunque se nota que eso es un garito cualquiera de Chueca del que el director conocería al dueño y le permitió grabar alguna escena.

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Como una ola, Poniponchi llegó a mi vida

Buceando en internet vemos que el director llevaba una web en la que comentaba cómo el proyecto arrancó en 2006,  aunque en el DVD indica que el año de producción fue 2008-2009, por lo que se entiende que el parto fue largo y doloroso. Y es que en resumidas cuentas, ‘Poniponchi’ es como un accidente de tráfico, que no quieres mirarlo porque es desagradable, pero el morbo hace que los ojos se te vayan detrás, para ver hasta dónde puedes aguantar. Algo así como un guión que alguien escribió para el Almodóvar de los ochenta y que acabó dirigido por un aspirante a auxiliar de Jesús Franco, pero con mucho cariño por hacer algo diferente… Y lo consiguió, porque sin duda no veréis otra película igual en la que se mezclen peleas con tirones de pelucas, sexo, asesinatos, envidias, transformismo, drogas y maricas rurales. Mejor sí, peor puede, pero de la misma factura no.


Redactor freelance. Licenciado en Comunicación Audiovisual y Máster en Publicidad y Márketing.

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