Los establecimientos de Mercadona y las tiendas de ropa de Zara tienen una cosa en común, más allá de que sus dueños seran de los más ricos del país: tienen una peculiar estrategia publicitaria que les aleja de la televisión. Pero no hablaremos de textiles sino de supermercados. Zapeando fácilmente veremos cómo otras cadenas como Día% o LIDL se anuncian día sí día también en la pequeña pantalla para anunciar sus ofertas o sus productos de edición limitada; de hecho, quién no se ha puesto el despertador alguna vez para comprar una panificadora, una heladera o algún otro electrodoméstico para hacer cosas cuquis en el gigante alemán.
Pero de Mercadona, ni rastro. Con lo bonito que sería ver en la pequeña pantalla «Suavizante Bosque Verde Colonia a 1,79, y bolsa de brócoli para microondas a 0,82 céntimos».
Sin embargo, hubo una época en la que no era así, y Mercadona, que todavía no era un gigante empresarial que vendía natillas de fresa o helado de palomitas de maíz con caramelo, se dejaba caer por televisión con spots como este del año 1993.
Un anuncio de lo más machista en el que habla que «nueve de cada diez mujeres dicen sí a SPB», el nuevo sistema que Mercadona implantaba y cuyas iniciales correspondían a «siempre precios bajos». Así, en el vídeo no dejaban de verse señoras comprando y con cara de ahorrar mientras leen los precios o el ticket de compra. Muy del rollo de Celia Villalobos y aquello de «las señoras que no hagan caldo con los huesos de las vacas».
Eso sí, para que parezca inclusivo al final del mismo se veía un hombre que también aprobaba el sistema de precios bajos de la cadena mientras compraba enchaquetado un bote de garbanzos.
La única pregunta que surge tras ver tan magno documento es: ¿qué motivaba a la una de cada diez mujeres a estar en contra del sistema SPB? ¿Que cagaban billetes y no necesitaban mirar los precios?