Finales de los noventa: la época en la que la gaita fue tendencia

Por Mike Medianoche

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Ese tipo de gaitero no, Massiel

Hace ya algunas semanas los medios de comunicación recogían que la versión final de Que me quiten lo bailao que defenderá Lucía Pérez en Eurovisión incorporaba la gaita entre otros instrumentos que no estaban inicialmente en el tema. Al parecer, la propia Lucía es la que estaba emperrada en que la gaita estuviese presente para hacer el tema más gallego, lo cual es algo así como meter unas castañuelas para que suene más andaluz.

A nosotros eso de llevar  la gaita a Eurovision nos parece muy noventero, ya que en aquella época la música rollo celta se llevaba un montón en el festival, y eso que Enya jamás participó. De hecho, en los noventa también se inició un boom que duró varios años, en los cuales los gaiteros eran tendencia, igual que también lo era en aquella época el ser bakala y sandunguero.

Uno de los principales exponente del boom de la gaita fue Carlos Nuñez, un señor larguirucho con look a lo Rappel, combinando las grandes entradas con el pelo largo, aunque sin esas enormes gafas del futurólogo. Podría parecer que Núñez no es nada SEC, dado que no hablan de él en el Diezmi, no participó como invitado en el Qué Apostamos ni ha sido padrino de un pueblo murciano en el Grand Prix.

Sin embargo, Carlos y su gaita sí que tienen un huequecito en los corazones de los sufridores, y no sólo porque en Kiss FM pongan cada 3×4 su canción El pozo de Arán, que trata sobre un niño Topacio que recupera la vista.  Lo que más nos gusta de este hombre de frente despejada es que en 1999 participó en el anuncio de Freixenet, cómo no, tocando la gaita. Allí era considerado por las míticas burbujitas como uno de los «jóvenes artistas del 2000», entre los que también destacaban la Miss Lorena Bernal y la cantante Estrella Morente. Dentro vídeo.

En el vídeo vemos a una chica que recuerda a Agatha Ruiz de la Prada, Cristina Pato, quien sale tocando el piano. Su caso es particular, ya que ella con los instrumentos es como Concha Velasco en un escenario: una auténtica todoterreno que cualquier cosa que haga, bien hecha está. Si nuestra incontinente urinaria favorita es capaz de actuar, cantar, bailar y presentar a la perfección, la Pato te toca el piano como cualquier otro instrumento, como por ejemplo, la gaita.

Aunque de toda la hornada noventera de gaiteros nuestro favorito es el hoy Eva Nasarre José Ángel Hevia. Hevia saltó a la fama a finales de los noventa con su tema Busindre Reel, el cual interpretaba por una cibergaita que él mismo había inventado. Fue mucho más mediático que Carlos Núñez, y por ejemplo, deleitó en su día al público de Sorpresa Sorpresa interpretando en riguroso playback su hit, en el cual a mitad de la canción salía una abuela de la fabada diciendo «túuuu non güelvas más a mio casa faciendo riui con les madreñes», qué en castellano es algo así como «no me despiertes haciendo ruido con los zuecos o te pongo de patitas en la calle, como hizo Jesulín con Belén».

Hevia además nos gusta por su vida personal, ya que fue novio de Cristina del Valle en la época final de la primera etapa de Amistades Peligrosas, cuando Alberto y Cristina se llevaban como Al Bano y Lydia. No sabemos qué pasaría entre ellos ni los motivos que le llevaron a la ruptura, pero lo que sí sabemos es que Hevia hizo piña con Alberto y cuando éste reformó Amistades Peligrosas junto a una nueva cantante (ese proyecto llamado por copyright Nuevas Amistades), Hevia colaboró con ellos en 2008 en un tema con el que el grupo quería ir a Eurovision, y del que desprendemos que en realidad querían trasmitir un mensaje rollo «tus ex novios estamos mejor sin ti, Cristina».

Pero este no es nuestra colaboración favorita de Hevia, no. La que más nos gusta es aquella que hizo en el año 2001 en el disco Amor.com de Camela, en concreto en el track nº6, titulado Nada es verdad, donde cibergaita y technorrumba se dan la mano. Dentro el temazo.

En los últimos años estos tres chicos han sonado poquito en las radios, el sonido gaitero sólo lo hemos podido disfrutar de manera masiva en los temas de El Sueño de Morfeo o en el tema con el que Coral Segovia quedó segunda (¿en qué lugar si no?) en la preselección eurovisiva de 2010. Recordemos que incluso un eurofan que quería que la Segovia fuese a Eurovision pensó que sería fantástico llevar un gaitero subido a una plataforma ante toda Europa, pero que, eso sí, sólo tuviese tres segundos de fama. Quien no recuerde el vídeo del que hablamos, o si quiere verlo una vez más, lo puede ver aquí.

Cerramos este pequeño repaso a los gaiteros noventeros ya, no sin antes preguntarnos ¿querrá Lucía Pérez que su gaitero también vaya subido a una plataforma? La respuesta, en mayo.


Redactor freelance. Licenciado en Comunicación Audiovisual y Máster en Publicidad y Márketing.

0 thoughts on “Finales de los noventa: la época en la que la gaita fue tendencia

  1. Jajajajaja, me parto con todo. Un 10 a esa traducción asturcastellana, que igual correcta del todo no es, pero me ha encantado. Lo de la colaboración de Hevia con Camela me ha dejado de piedra, y de Cristina del Valle siempre es mejor no decir nada, claro.
    Desde aquí reclamo para los lectores de SEC que alguien se monte un vídeo con una propuesta coreográfica para Lucia Pérez interpretada por un bote de colonia, con gaitero-esponja en plataforma y coro, dos chicas y dos chicos, rubios y morenos… Ay, cómo me gusta ese vídeo… xD

  2. Lo de las gaitas con la música de Camela me parece el puto infierno horrible y sin piedad. Diosssss…
    La ruptura de Hevia y Cristina del Valle está clara; él dejó de ser famoso y de vender discos, y claro, no está hecha ella pa muchas miserias.

  3. Realmente a Camela no se le dio nunca el sitio que merecía, las gasolineras lo hicieron por nosotros. Un respeto a unos cachos que han vendido más discos en puestos ambulantes y estaciones de servicio que, por ejemplo, Rosa de España. Creo que en Parla son hijos predilectos, o algo así. XD

    Sobre las gaitas… cierto. Pasó como con la época de Anabel Alonso, por guerra de desgaste. Y al final, como vino se fue.

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