Pedro Almodóvar es la portada del nuevo número de la revista RAGAP Magazine en la que servidor colabora -y que si os interesa, os apuntáis por aquí y os la envían gratis a casa-. Y, oh, casualidad, soy el encargado de firmar el artículo sobre la obra del cineasta de un modo poco habitual al que estamos acostumbrados. Porque, al menos yo, ya estoy un poco cansado en esos pastiches donde se habla que si él descubrió a Banderas, que si Carmen Maura era muy importante en sus primeras películas hasta que partieron la vaca o que si Penélope Cruz gritó «Peeeeedro» como Heidi cuando le dieron el Óscar.
Así pues, en uno de los apartados, hago hincapié en esa faceta poco conocida de Pedro que es la de dirigir cortometrajes. Su primer largometraje conocido por el gran público es ‘Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón‘, película protagonizada por Carmen Maura, Eva Siva y Alaska, entre otros, y que se rodó con escasos medios entre finales de los setenta e inicio de los ochenta. De hecho, dentro de una misma secuencias hay planos que se grabaron hasta con más de seis meses de diferencia, como en la escena inicial en la que el policía viola a Pepi, e incluso se ve a la Maura con el pelo diferente entre un plano y otro.
Sin embargo, antes de este proyecto, Almodóvar ya había capitaneado como director y guionista numerosos cortometrajes, anuncios e incluso un largo rodados Súper-8 (con alguna excepción en 16 mm). Hacer una recopilación de todos esos trabajos previos es difícil, si bien en sus primeros press-book el propio Pedro ofrecía más de una decena de títulos, como ‘Sexo va, sexo viene’, ‘Dos putas o Historia de amor que termina en boda’, ‘La caída de Sodoma’, ‘Sea caritativo’, ‘Salomé’ o ‘Blancor’.
El encanto de estas obras, que no tenían sonido por las limitaciones del formato, es que eran proyectadas con el propio Almodóvar, quien les ponía en directo música y locuciones. Como lo que tú hacías de pequeño con ‘Michey excursión en roulotte’ del Cinexín, pero en indie. Así, se convertía en un auténtico deleite en el que cada pase fuese único e irrepetible. El cineasta manchego conserva copias estos trabajos que pocos privilegiados han tenido ocasión de disfrutar, y hace ya un par de décadas su hermano Agustín Almodíovar tuvo la intención de pasar a vídeo y sonorizar de algún modo esas peliculitas. Pero como si del ‘Lubna’ de Mónica Naranjo se tratase, de momento, seguimos a la espera de que alguna vez lleve a cabo.
El sello almodovariano de la diversidad sexual ya se podía ver entonces, y ya encontrábamos mucho gay, mucho trans, mucho de todo. Por ejemplo, en ‘Sexo va, sexo viene‘ narraba una particular historia de chico conoce chica. Un hombre tira sin querer las bolsas de una mujer en plena calle, y ella le arrea un guantazo. Tras insistirle un poco, él consigue su número de teléfono y comienzan a verse, y en cada encuentro sexual ella le da auténticas palizas. La mujer se cansa y le dice la verdad: es lesbiana y si había accedido a pegarle con la intención de humillarle, pero que como ve que a él le va la marcha lo mejor es dejarlo. Tras consultar con una máquina callejera que adivina el futuro, como la de Tom Hanks en Big’, el hombre decide convertirse en mujer y reconquistar a su amada, y comienzan una relación. Sin embargo, al final, acabarán rompiendo pues desde que es mujer ya no le gustan las hembras sino los machos. Si se piensa un poco, esa figura de una mujer transexual y lesbiana ya saldría después en su obra con la Tina de ‘La ley del deseo’, la Lola de ‘Todo sobre mi madre’ y Vera de ‘La piel que habito’. Casi ná, tú.
‘Follle… folle… fólleme.., Tim‘ fue su primer largometraje real, anterior a ‘Pepi’ y en el que Almodóvar estructura una historia según un clásico guión de noventa minutos. Una mujer que trabaja en unos grandes almacenes tiene un novio, un músico ciego que al final alcanza la fama. Pero entonces, ella se queda también ciega. Un auténtico “melodrama de fotonovela” según palabras del propio Almodóvar.
En ‘La mala educación’ (2004), ‘Entre tinieblas’ (1983) o ‘La ley del deseo’ (1987), Almodóvar dejó patente la cultura religiosa en la que se había criado. Por ejemplo, en ‘La ley del deseo’, una joven Manuela Velasco se dedicaba a rezar para pedir beneficios a una virgen que tiene en un altar, y a la que solicita favores como encontrar trabajo o que Pablo (Eusebio Poncela) no las abandonase. Pero en su primera etapa, Almodóvar llegó incluso a hacer una adaptación de dos historias bíblicas que mezcló: la de Abraham cuando Dios le ordenó sacrificar a su hijo Isaac, y la de Salomé, quien tras bailar la danza de los siete velos pidió la cabeza de Juan el Bautista. Así, Pedro reinventa ambas tradiciones en ‘Salomé’, en la cual ésta se aparece a Abraham, lo seduce con su baile y le pide que mate a su hijo.
Isaac escapa, pero Salomé tiene poderes mágicos, se le aparece en su huída y lo deja sin conocimiento. Abraham finalmente va a matar a su hijo cuando Salomé le dice que, finalmente, no lo haga: Salomé en realidad es Dios, que ha tomado aspecto femenino para demostrarle que es humano y que puede pecar, y después, pidió que las mujeres cubriesen su cabeza al ir a misa con un velo en honor a Ella.
Años después, una vez metido ya en los largometrajes, volvería a coquetear puntualmente con el formato corto. A veces, para insertarlo dentro de una obra más grande, como es la historia de ‘El amante menguante’ que se ve en ‘Hable Con Ella‘, o incluso ‘La concejala antropófaga’, cortometraje que surgió a raíz del personaje de Carmen Machi en ‘Los Abrazos Rotos‘ y que se distribuyó de manera gratuita a través de internet. Y también hay que reseñar ‘Tráiler para amantes de lo prohibido’, un mediometraje que Almodóvar rodó en vídeo para el programa ‘La edad de oro’ con la finalidad de promocionar ‘¿Qué He Hecho Yo Para Merecer Esto!
‘.