Leyendas Urbanas: De famas y moralejas (II).

Por Rusty

He de confesar que me paran en el supermercado para pedirme más y más, más de lo que yo puedo dar, que decía nuestra Rosa de España. Y como uno se da a sus lectores, aquí viene la segunda ración de Leyendas Urbanas con la fama como protagonista. Recordemos que nuestra intención es buscar la moraleja de estas historias, si bien a veces no es muy evidente y queda más forzada que los planos conjuntos de Joselito y Carlos Sobera anoche en «Los Mejores Años de Nuestra Vida» (TVE), pero en fin… Así que, sin más dilatación, allá vamos con la segunda parte:

6.- Jordi Hurtado, la muerte te sienta tan bien:

¿Cómo lo haces, Jordi?
¿Cómo lo haces, Jordi?

A raíz del artículo del pasado miércoles, llegó a mis oídos una genial historia acerca del presentador del veterano programa «Saber y Ganar», de La2 de TVE. Las malas lenguas dicen que el conocido presentador murió hace años, pero se conoce que era una muerte anunciada, y el propio Jordi Hurtado se ofreció para dejar grabadas temporadas y temporadas del programa, a fin de que pudiera seguir emitiéndose tal cual lo conocemos. Vídeos con miles de preguntas, sonrisas Hurtado, y mención a todos los nombres del santoral, por aquello de dirigirse al concursante, ya sea su nombre Marbelys, Quevincosner, Deyanira o Jennifer-Luisa. Y como toda Leyenda Urbana, tiene una base científica del todo convincente: ¿Cómo, de no ser por haber muerto, puede llevar doce años con las mismas gafas, el mismo pelo y ninguna arruga de más? ¿Botox, Pilexil anticaída y un buen servicio técnico en Multiópticas? Lo dudamos. Punto.
Moraleja: «Un pequeño cambio de look de vez en cuando no está de más». Hasta Ana Blanco sucumbió en su día, hombre…

7.- ¡Elvis Presley (que no Preysler) vive!:

Podríamos decir que esta es la Leyenda Urbana más famosa (aunque seguida de cerca por la congelación de Walt Disney y por el armario de Ricky Martin, seguramente). Se comenta que dos horas después de la «muerte oficial» del Rey del Rock un hombre llamado John Burrows (seudónimo que utilizaba a menudo el propio Elvis), de gran parecido físico con Presley, tomó un vuelo a Argentina. Allí dedicó el resto de su vida a hacer imitaciones perfectas del espectáculo de Elvis, bajo el nombre artístico de Orión y un gran antifaz en la cara. Este hombre falleció en 1998, momento hasta el cual la familia Presley no había cobrado el seguro de vida del artista. Días después de la muerte, una de sus ex-novias recibió un ramo de flores de parte de un tal Lancelot, seudónimo que utilizaban así en la intimidad (Qué cosas…). El certificado de defunción desapareció… ¿Demasiadas casualidades?
Moraleja: La teoría que soporta todo este tema se basa en que Elvis tenía ciertos contactos con la Mafia, y el gobierno le ofreció protección a cambio de su testimonio, luego, la moraleja sería triple: «Si quieres conservar tu carrera, no te juntes con la Mafia camorrera. Si aún así lo haces, por ahí no lo rajes. Y si abres la boca, pues te aguantas y dejas de sembrar la duda, alma de cántaro» (Sí, la rima aquí era imposible).

8.- Doraemon, todo por un sueño:

La inventiva inherente al género humano ha dado lugar incluso a leyendas sobre famosos animados. La conocida serie de anime japonés (valga la redundancia) ha sido y sigue siendo víctima de una Leyenda Urbana de las más extendidas: «En el último capítulo, Nobita despierta de un coma producido por un cáncer, leucemia, sida, etc. (en función de la versión), dándose cuenta de que toda su vida (y toda la serie, en consecuencia) no ha sido más que un sueño». Así de duro. Si esta leyenda triunfó es porque todos estamos acostumbrados a la crueldad de series orientales como Heidi, o especialmente Marco, y en el fondo no nos sorprenden estas cosas de comas, enfermedades terminales, madres huidas, amigas parapléjicas y demás. Pues bien, nunca existió un capítulo final de Doraemon, ya que uno de los coautores falleció antes de terminar la serie, y el resto de personas involucradas decidió no terminarla. Además, en los mangas originales (esto es, los cómics que dieron lugar a la serie), llegaron a publicarse tres finales diferentes en los que el «gato cósmico» (tócate los pies) volvía al futuro. Primero mentía a Nobita, después mentía pero al final le contaba la verdad, y en la última versión lo hablaba directamente con Nobita y sus padres, con toda la madurez del mundo.
Moraleja: «Definitivamente, era mejor lo del coma». Aunque hay versiones verdaderamente grandes de este gran mito de la animación.

9.- La Oreja de Van Gogh y el movimiento abertzale:

Hace unos años, cuando Pedro Ruiz presentaba el programa de entrevistas «La Noche Abierta», en La2 de TVE, comenzó a circular el bulo de que una noche, el grupo vasco La Oreja de Van Gogh acudió como invitado al programa de entrevistas unipersonales (cinco componentes, sí). Pedro formuló al grupo una pregunta que dio lugar a una respuesta inesperada: El grupo donaba la mitad de sus beneficios a la organización terrorista ETA, nada menos, afirmando que con su dinero hacían lo que les daba la gana. Una de las versiones termina aquí, cuando Pedro les pide que abandonen el plató, pero en otras, la cosa se complica cuando el señor Ruiz les da la razón, «porque estamos en un país libre y democrático, y cada uno con su dinero hace lo que le da la gana». Entonces se oye un «¡Dentro publicidad!», «¡Corten!» o similar, y entran en el juego los primos de amigas de cuñados de la suegra del vecino, que asistían de público y fueron testigos de la discusión de Pedro Ruiz con la dirección de la cadena, que hasta llegó a las manos. La argumentación se cae por su propio peso cuando el supuesto testigo de la grabación (¡Ojo! Gra-ba-ción) comenta que su hermana, que lo estaba viendo por la tele para ver si salía él (¿¿??) oyó los gritos de «¡Corten!».
Moraleja: Las asociaciones mentales del tipo homosexual=sidoso y vasco=proetarra hace tiempo que no están de moda, y de todas formas, señor autor del bulo: «Ya busque usted notoriedad, boicotear al grupo, al programa o a todo Euskadi, entérese antes de cómo funciona la televisión, y consulte la definición de «directo» en cualquier manual sobre la materia, gracias». A pesar de todo, queridos lectores, recomiendo que busquen en el todopoderoso Google, se sorprenderán de la cantidad de gente que todavía afirma la veracidad de la historia.

10.- Juan Carlos I, el Motorista Fantasma:

Sin duda una de las leyendas favoritas de quien os escribe, y una de las más versionadas y difundidas, es la que versa sobre los hobbies de nuestro campechano monarca (una de las miles sobre la Familia Real). Parece ser que, además de felicitarnos la Navidad cada año, a nuestro Rey le gusta saltarse el protocolo y huir de sus escoltas para conducir su moto por la red secundaria de carreteras de España. En esta historia, un automovilista noctámbulo sufre una avería en el motor, se queda sin gasolina por un descuido de conductor al más puro estilo Tamara Falcó, tiene un pinchazo y no tiene rueda de repuesto… Un sinfín de terribles posibilidades. Total, que en su momento de mayor desesperación, en medio de la nada y sin batería en el móvil, observa aliviado como llega un motorista, que sin quitarse el casco, le ofrece ayuda para llamar a la grúa, acercarlo a una gasolinera, o algo así. Tras la solución, el desconocido se quita el casco, resultando ser el mismísimo Don Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias (Qué Cristo de nombres que tiene esta gente).
Moraleja: «Si se te joroba el coche en medio del desierto, no pasa nada, un motorista aparecerá para ayudarte, reparando ya de paso tu fe en la monarquía constitucional».

Y hasta aquí el artículo de hoy, cinco leyendas más para que creas, difundas y transmitas a tus nietos, porque si algún día desaparecen, ¿cómo podríamos sobrevivir?


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